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Gastar menos dinero al utilizar el aire acondicionado

Al usar un aparato de aire acondicionado, a menudo cometemos errores que ocasionan un mayor consumo y gastos adicionales. Estas recomendaciones te permitirán combatir las elevadas temperaturas sin que al término del verano te encuentres con una factura de la luz por las nubes

En un verano especialmente caluroso conviene conocer las claves para utilizar el aire acondicionado de la manera más eficiente. Estos aparatos apenas suponen un 1% del consumo eléctrico habitual de las viviendas durante todo el año (en un hogar con un consumo medio de 4.000 kilovatios hora al año, la nevera, por ejemplo, supone un 18%), pero durante los meses estivales, si no se sabe usar adecuadamente, puede acarrear más de un disgusto en la ya de por sí elevada factura de la luz.

Al igual que existe un mal uso de la calefacción durante el invierno, en los meses de verano muchos usuarios suelen fijar el termostato en una temperatura excesivamente baja, con la falsa creencia de que así se enfriará antes la casa. Otros suelen desperdiciar el aire refrigerado al dejar abiertas puertas o ventanas.

Identificar los modelos más eficientes

Si aún no dispones de aire acondicionado, para encontrar los modelos de menor consumo debes fijarte en la etiqueta energética. Esta etiqueta obedece a una directiva europea que obliga a los vendedores a incluir este certificado en la mayor parte de los electrodomésticos. Las etiquetas cuentan con una parte común y otra en la que aparecen las características propias del modelo.

Para conocer la eficiencia energética del aparato debes observar la primera de ellas, en la que, junto a la marca y la denominación, se encuentra una letra y un código de colores. La letra A y el color verde se refieren a los equipos más eficientes, mientras que el color rojo y la letra G, a los menos. Conviene, por tanto, que en el momento de comprar uno de estos productos optes por los que cuentan con una A en su etiqueta. Se calcula que, en el caso de los aparatos de clase G, el consumo puede resultar tres veces superior al de los más eficientes.

Una temperatura de 24ºC

Este es uno de los factores que más influye en el consumo del aparato. No por fijar más baja la temperatura en el termostato se enfriará antes la habitación. Lo único que se consigue con ello es un mayor gasto.

Existen diversas recomendaciones sobre la temperatura exacta a la que se deben fijar los termostatos. El Ministerio de Industria aconseja poner el aire acondicionado a 24ºC, mientras que el IDAE considera que “la adaptación del cuerpo a las condiciones climáticas del verano y el hecho de llevar menos ropa y más ligera permiten que una temperatura de 26ºC sea más que suficiente para sentirse cómodo en el interior de una vivienda”.

La diferencia máxima recomendable frente a la temperatura exterior es de 12ºC y cada grado que descienda la temperatura el aparato estará consumiendo cerca de un 8% adicional de energía.

 

Otros trucos

Además de la selección del modelo y la programación del sistema de aire acondicionado, existen también varias acciones cotidianas que permiten refrigerar la casa con un menor consumo eléctrico.

-Aprovecha las horas en que se registran temperaturas más bajas (durante primeras horas de la mañana y la noche) para ventilar la casa o la habitación.

-Vigila la limpieza de tu aparato de aire acondicionado. Los filtros de aire sucios obligan a la unidad a consumir más energía para refrigerar la casa.

-También se puede combatir el calentamiento del hogar gracias al aislamiento térmico que garantiza un menor consumo energético no solo en verano, sino durante todo el año. A veces no son necesarias grandes reformas: basta con poner un toldo o acordarse de cerrar persianas y correr cortinas.

-Cuando el aparato de aire acondicionado está activado es conveniente cerrar puertas y ventanas. Evitar el acceso de aire caliente a la casa permite ahorros de más del 30% en el consumo.

-La selección de la pintura de la casa te permitirá, también, un mejor aislamiento térmico, ya que los colores blancos reflejan la radiación solar y contribuyen a mantener el aire fresco en las habitaciones.